jueves, 10 de junio de 2010

LA NUEVA GRANJA. Elisa Enguídanos


Había una vez, una granja, que algún día con una sola ráfaga de viento se caería. Esta granja, estaba llena de animales de todo tipo.

-Ay que dolor de espalda y que vieja que estoy- dijo la vaca.

El granjero que podía hablar con los animales llego a casa muy triste.

-Queridos amigos animales, el juez dice que o nos mudamos de esta granja, o la reconstruimos.

-¡Entre todos la reconstruiremos!- dijo el gallo.

-Si, nos repartiremos el trabajo- afirmó un pollito.

-Vale- empezó el granjero ya mas feliz- Gallo, tú y las gallinas arreglareis los establos con ayuda de Caballo, Toro, tú y las vacas transportareis las piedras y haréis la casa, Cabra, tú ayudaras a los bueyes ha arreglar la huerta, y yo arreglaré el tejado con ayuda de los pollitos.

Segunda parte

Cuando todo marchaba bien con la casa, el juez dicto la regla de que en todas las granjas debía haber un perro, ya que el granjero no tenia perro tuvo que comprar uno.

Llegaron a casa -Ya he llegado, venid aquí a conocer al nuevo miembro de la granja- dijo el granjero.

Todos fueron a ver a Perro, pero no resultó ser muy simpático, si no que era arrogante, antipático y un sabelotodo.

-Vaya granja, no es muy adecuada para que este un perro como yo, debería de ser de mucho más nivel- dijo Perro.

Como no le cayó bien a nadie todos se fueron a seguir con su trabajo.

-Bueno Perro, tú ayuda con los establos.

-No creerás que voy a caer tan bajo como todos vosotros, ¿verdad?- dijo Perro- no pienso ayudaros, me quedare aquí hasta que vosotros hagáis una granja de mi nivel.

Como todos los animales estaban trabajando mientras él estaba ahí tirado como una cosa mala, todos los animales decidieron dejar de trabajar.

-Si el perro no trabaja, yo tampoco-, dijo el gallo.

-Ni yo- , dijo el burro.

-Y yo menos- afirmó el toro

Unos días después apareció el juez y dijo:

-En una semana voy a embargar la granja.


Tercera parte

Cuando el juez les dijo eso, todos los animales decidieron seguir, pero Perro seguía sin hacer nada.

-Perro, si sigues con esa conducta y sin hacer nada, te marcharás.- dijo el granjero.

Al cabo de un rato llegó a la granja una perrita muy dulce y simpática, de la cual Perro se enamoró perdidamente.

-¡Hola a todos! - dijo la perrita mirando fijamente a Perro- si os ayudo me podría quedar aquí.

-Por supuesto- dijo el granjero.

-¿Qué puedo hacer?

-Primero convence a Perro para que trabaje, luego podéis ayudar a limpiar todos esos trastos de ahí.

-Vale- dice la perrita que iba cara a Perro- Hola guapo, ¿me ayudas a limpiar eso de ahí?

-Claro que si.

Pasó una semana y llegó el juez.

-Hola muchachos como va ¿listos para iros de esta granja?

El granjero con una sonrisa en la cara de oreja a oreja dijo -No, nos vamos a quedar en esta granja, porque usted no tiene derecho a quitarnos esta granja que esta en un estado excelente.

-La semana pasada vine y estaba en ruinas.

-Creo que tiene que ir a ver si le ponen gafas porque creo que usted no ve muy bien que se diga.

El juez se fue muy enfadado a su casa, el perro y la perrita se quedaron muy felices, y todos vivieron en paz y armonía.

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