lunes, 7 de junio de 2010

LA CORONA DE BARRO. Alex Martín Bolumar.


(La Edad Media. Entra en la escena un artesano, tiene un bigote y está calvo. No está ni gordo ni flaco. Está en su taller, con una corona, y unas piedras preciosas.)
ARTESANO: (Con una amplia sonrisa.) ¡Qué suerte tengo de que el rey me haya encargado incrustar sus joyas en su corona! Lo tengo que hacer bien, ya que en nuestro reino no hay apenas joyas. ¡Me pagará millones de monedas de oro si lo hago bien!
(Sale de la escena el artesano, y entra el mensajero real, un hombre con un gorro que lleva una pluma. Este mismo lleva un cojín en el que lleva la corona ya con las joyas en su sitio, que es la corona. Va hacia el castillo, y de repente; se tropieza y se cae en un charco de barro.)
MENSAJERO: (Llorando) ¡Oh, no! ¡He manchado la corona! ¡El rey me cortará la cabeza! Snif. Iré a hablar con el artesano, snif.
ARTESANO: ¡Pero qué has hecho! Ahora el rey te matará. Anda, te voy a ayudar…
MENSAJERO: ¿no bastará con lavarla?
ARTESANO: ¡No! Nuestro rey es muy estricto. Si las lavamos, quedara algún resto. Habrá que comprar otras.
MENSAJERO: Pues tendremos que comprar unas joyas nuevas.
ARTESANO: Entonces… ¿Cuántas monedas de oro tienes?
MENSAJERO: 30.
ARTESANO: Yo 20 monedas de oro. Tenemos 50 monedas de oro. No nos llega ni para un poco de cuarzo, que es la joya más barata del mercado.
(Entra en la escena “El timador. Tiene una túnica negra que le cubre desde el cuello hasta los pies. Los había estado espiando. Tiene un aire maléfico.)
TIMADOR: Hola. Veo que necesitáis joyas. Yo os puedo vender. Y a muy buen precio. 5 monedas de oro por pieza.
ARTESANO: ¡Bien! Danos: 5 perlas y 5 diamantes. (Estirando la manos con las monedas hacia el misterioso hombre.)
TIMADOR: ¡Perfecto! Aquí tenéis. (Entregándoles las joyas.)
(El artesano incrustó las joyas en la corona y el mensajero se la llevó al rey. Entran en la escena el mensajero, e l rey, un hombre gordo con miles de collares, pulseras… ¡De todo! Pero, a diferencia de los demás reyes, el no posee una corona. También entra en la escena el joyero real. Tiene una especie de lupa en el ojo.)
MENSAJERO: Aquí tenéis majestad. (Le da la corona)
(El rey se la muestra al joyero.)
JOYERO: Son falsas mi majestad.
REY: (Enfadado.) Que les corten las cabezas, a él y al artesano
MENSAJERO: No es nuestra culpa señor. Era el que nos la ha vendido, que nos ha timado.
REY: No pongas excusas, me querías engañar. ¡Que les corten la cabeza!
(Y así pasó. Les cortaron la cabeza a los dos.)

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